Ella es como una flor, huele bien. Es delicada y cuando florece el mundo entero se rinde a sus pies. Escucho la canción de los mexicanos Café Tacuba y siento que ella es todo eso que canta la letra y más.
Siempre de me decía tantas cosas y me invitaba a sentarme junto a ella en los pastos de la universidad.
Yo escuchaba sus sueños con una atención absoluta, con todo el silencio del planeta, soñaba con ella hablándome al oído. Estrechaba sus manos y me estremecía con su delicada piel morena.
Ella me relataba el amor secreto de la luna y el sol, toda una fábula que era una historia que me hacía sentir bien. Miraba sus ojos como si fueran los únicos que pudiera mirar en
Con nuestras escapadas a las alturas de la universidad, florecieron profundos sentimientos por ella. Con mis cinco sentidos traté absorber lo mejor de sus pétalos, rodeando mi entorno primaveral y en esos meses desee que cada estrella del cielo fuera una flor para cortarlas y regalarle todo un racimo de estrellas que por más que brillaban no la opacaban su profundo resplandecer porque ella era distinta a todas.
Intenté inútilmente que no amaneciera ni que la noche cayera, ni que el sol saliera para poder estar juntos, pero todo eso pasó y ella se marchó, con su novio para no volver jamás a brillar cerca de mí. Ahora brilla tan lejos que olvidé su aroma y su voz y también olvidé que nuevas flores pueden nacer bajo una misma luna.
Ahora empiezo a recordar que por muy frío que sea el invierno la primavera siempre vuelve.
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