Saturday, January 10, 2009

Barrio Estación.

En Concepción, el barrio estación es una parte de la ciudad donde estaba ubicada la estación de trenes, que antes de la dictadura tenía cierta importancia para el transporte de carga y pasajeros. En la actualidad, sólo quedan las ruinas de su belleza y la imponencia de su arquitectura. Además, por la calle Arturo Prat, se ha rodeado de bares, pubs y discotecas. Se transformó en el barrio bohemio por excelencia de mi ciudad.

Teniendo esto claro, ahora puedo hablar del último disco de Los Bunkers, titulado “Barrio Estación”. Como los reyes de la melancolía y la nostalgia, nos sorprenden desde su actual residencia, Ciudad de México, lanzando al mercado un trabajo que recuerda en sus letras a la sureña ciudad chilena.

La placa inicia con el tema “Coma”, una gran guitarra acompaña una melodía triste y una letra de igual tono, y al ser de Conce no se puede hacer otra cosa que pensar en ese lugar.
Los primeros versos dicen: “Vertí mi sangre en este lugar / gaste las calles de la ciudad / abrí las puertas de par en par / buscando una señal”.
Buscarle un significado parece algo complejo, como toda letra es subjetiva y toma distintas formas cada vez que se escucha en la canción, pero pareciera ser un foráneo en una ciudad extraña a la que trata imperiosamente conquistar. Eso y toda la pena que se carga al pensar en otro lugar.
Esta teoría parece confirmarse con otra estrofa que dice: “hoy mi costado se ha vuelto abrir / como la tarde en que partí”.
Aunque el sonido es potente y tanto la batería como la guitarra dan mucha potencia al tema, el fraseo y los punteos son nostalgia pura.

En “Me muelen a palos”, la banda se distancia un poco de sus características melódicas, con una sonoridad algo más rockero, el coro y los sintetizadores son lo más destacable del segundo track. Eso, y la frase “Nunca hemos ganado nada / ni tampoco vamos a ganar / pese a todo yo estoy bien / pero pronto se me va a pasar”

El nombre de la tercera pista es muy distinto a lo que uno imagina, “Fiesta”, es una canción con aires setenteros muy bien logrados, incluso en sus solos, y es de una tristeza arrolladora, Buddy Richard estaría envidioso de este logro.
Esta balada sorprende con frases como: “Sé que siempre he sido el último en llegar / y el último en marcharse pero todo me da igual”.

“Una nube cuelga sobre mí”, es algo distinta tiene una melodía más alegre, con aires circenses y la letra avanza rápido, tiene un acordeón bastante atingente al sonido de la canción y le un sello internacional al tema.

En el caso de “Anden”, el sonido es mucho más penquista, recuerda incluso a “Traje desastre” de Los Tres, pero vuela con aires propios rememorando precisamente al barrio estación, a sus trenes viejos y en desuso producto de las ineficientes políticas de transportes de la dictadura y la concertación, y es uno de los puntos altos del quinto trabajo de la banda de Concepción.

“Si es todo lo que hay”, vuelve a hurguetear en el sonido clásico de la banda y logra conectar con las influencias del rock británico, el suave coro y el puente son flashbacks de sus hits anteriores, es uno de los temas destacables y aunque no se si tenga el perfil de single, es de mis favoritos dentro de la placa amarilla.

En medio del disco está la pausa de “Capa blanca” los bronces del comienzo y el teclado le dan un aire de sutileza que no está presente en ninguna otra canción. Este instrumental tiene una atmósfera que hace recordar algunas canciones de Lennon en su última etapa creativa. Es increíble como la melodía entrega la sensación de pureza y blancura que anuncia el título.

“Deudas”, está demás opinar de una de las joyas que brillan dentro de Barrio Estación. Sólo me remitiré a destacar que los teclados le dan una mayor profundidad a un bajo que enfatiza en partes, aún cuando la guitarra cumple un gran rol dentro de los cuatro minutos y siete segundos de duración. Al igual que en “Coma”, esta canción es como ver a Los Bunkers buscando Concepción en el DF.

Otra de mis favoritas es “Nada nuevo bajo el sol”, su bajo es muy prolífico, las entradas de los instrumentos es sutil y la segunda guitarra tiene ese clásico sonido acústico que le da vida al sonido Bunkers.
Nada que decir del coro que es pegajoso y fácil de recordar. La gran frase de la canción y que me identifica tanto es: “Lo intento todo para ser mejor de lo que fui / De lo que fui hasta ayer”.

Con “El tiempo que se va” no hay mucho que destacar, es una canción más del disco excepto por sus teclados y un solo de guitarra casi en la entrada del coro, fuera de eso no hay mucho más.

“El mismo lugar” parte con una guitarra con efecto que anuncia que viene un buen tema, pero sólo cuando quedan unos 40 segundos de canción, la melodía levanta su sonido, muy al final si pensamos en una canción de tres minutos, pero es sólo la introducción de otro tema llamado “Tarde”, por lo que se vuelve un juego divertido al escuchar el disco de corrido y “Tarde” si es muy buen tema, aunque no está al nivel de los destacables. Un pequeño guiño a The Beatles.

La suavidad de “Abril” cierra este disco, y un par de bronces adornan una gran melodía que tiene la particularidad de cambiar y volverse más potente al comenzar a cantar Álvaro, y volverse más ruda al finalizar. No es de lo mejor pero tiene el peso para dar por terminado el disco.

Aunque al re-escuchar Barrio Estación para comentarlo me gustó algo más que antes, definitivamente este no es el mejor trabajo de la banda. De todas formas está a altura de una banda consolidada, internacionalmente exitosa, y que cuenta con dos o tres álbumes imprescindibles en su discografía.

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