Saturday, February 16, 2008

Volver a Comenzar

Cuando escucho volver a comenzar de los Tacuba, hay algo que remueve mi conciencia.
Es una letra que me llega hasta el alma. He vuelto a comenzar mi vida en Santiago, pero no puedo dejar de pensar en Concepción.
Hay tantas cosas que no se pueden traer en una maleta que me siento demasiado ligero.

Y es que estoy haciendo mi propia lista de errores, heridas, fracasos, desamores y mentiras.
Y ¿cómo pedir perdón por tantas caídas, malos entendidos y confianzas perdidas?
Parto ofreciendo mis lágrimas y soy paciente como el mar, esperando toda una vida, hasta que sane la confianza.
Al volver a comenzar en otra ciudad, con otra gente, otros amigos, otros códigos y con otra vida ¿tendría tiempo para reparar?
Sé que no tengo tiempo de retroceder, de mirar para atrás y de volver.

Por lo mismo, que importa una letra, una vocal, una palabra entera, una frase, un discurso completo, si las cosas importantes no están escritas ni se pueden leer en una paleta publicitaria del metro.

Si sobreviviera de un viaje a mis adentros ¿tendría fuerzas para decir cuanto lo siento?
Decir que no debí, que no era correcto, y que perdí mi honor atormentado por mis pasiones.

Si volviera a comenzar
¿Cuantas cosas más puedo guardar?
¿Puedo guardar los besos de la rubia que me hizo perder un amigo? Y las tardes de pool con mis amigos, los libros viejos y extraños de la biblioteca, las tardes al sol escuchando música brasilera, los programas de radio, las peleas con mi amiga celosa de linda voz, las carcajadas de interminables carretes penquistas, las idas y vueltas a la playa y los concejos que nunca seguí.

¿Cuantas cosas más puedo atesorar?
Si de tanto atesorar no me quedan yemas en los dedos para seguir cavando.

Dulce tentación de dejarlo todo en Concepción.
¿Cuanto espacio más quiero ocupar?
Quiero llevarme todo pero no traigo casi nada. De que me sirven tus discos si no escucho tu voz coreando las letras. De que me sirven las fotos, si no puedo tocar a nadie a 500 kilómetros de distancia. De qué me sirven tus cartas si no siento tus manos entrelazadas a las mías.

Hasta los recuerdos ya no caben en este lugar
¿Cuantas cosas me puedo llevar?
Con todas estas cajas, envueltas en cinta de embalaje, no habrá ni un ápice de lo que me gustaría tener conmigo. Y cada vez, traigo menos cosas.
La última mudanza debe ser la más liguera.
Dulce tentación de dejarlo todo en Concepción.
Dulce tentación de regalarlo todo en Concepción.

¿Y Si volviera a comenzar?

RJ Badillo.

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