Hay momentos en la vida en que se toca fondo. A veces las relaciones de pareja tocan fondo. Otras, las situaciones de la vida nos hacen tocar fondo, y por muchas otras razones, distintas de las mencionadas antes, ni siquiera nos damos cuenta cuando tocamos fondo.
Las pocas veces que Pablo ha tocado fondo o tal vez tocó, se sentía realmente mal, aunque, no lo estaba tanto. Y luego, pasado el tiempo su cabeza se llenaba de dudas. Se planteaba una y otra vez las cosas que hizo y las que no hizo. Pero no podía volver atrás. No había remedio para sus errores. Ya todo estaba configurado en su contra.
Sólo el nebuloso futuro era lo que podía intervenir.
Tenía la duda ¿vale cambiar?
De qué le servía estar desolado con las tonterías de sus arrepentimientos tardíos. Lo único que le importaba tal vez era cambiar.
¿Qué debía cambiar?, todo de golpe y porrazo o sólo un poco. Darse una y otra vez vuelta en sus errores, para no caer en ellos.
Al menos toca fondo a la orilla del mar, pero, se niega a nadar.
Después de que lo han tratado de oscuro y prácticamente un mal autodestructivo, piensa en el negro final.
Es injusto estar enamorado cuando sólo te quieren y también es injusto que te amen si sólo quieres. ¿Saben de justicias los sentimientos?
Cuando espero agua ya no tengo sed.
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